Por Luis Fernando García Forero. Foto W radio.- Un momento histórico vive Colombia este lunes 26 de septiembre en Cartagena de Indias: la firma del fin de un conflicto de más de cincuenta años entre el Gobierno y las Farc, donde no hubo vencedores ni vencidos pero si un ganador, el pueblo de Colombia, porque se silencian los fusiles y se abre paso al camino de la paz para lograr una verdadera y duradera convivencia nacional.

Ni el Gobierno pudo derrotar a ese grupo insurgente, ni la guerriila de la Farc se tomó el poder. Por eso no sólo Colombia celebra el fin del conflicto entre las partes, sino que la comunidad internacional, presente con muchos jefes de Estado en la histórica firma en Cartagena, celebra y apoya el avance para lograr la paz, que no sólo es la paz de Colombia sino del continente americano.

Fueron varios los intentos durante diferentes gobiernos por lograr parar el conflicto con las Farc a través de una solución política, pero fue el Presidente Juan Manuel Santos quien alcanzó, con persistencia, paciencia y en medio de críticas-  que aún lo hace la oposición- llegar a la estampida de la firma entre las partes para cerrar la página de la guerra que cinco generaciones leían, oían y veían a diario en los medios de comunicación con noticias de muertos caídos en combate, secuestros, atentados y toda una gama de acciones bélicas que dejaban manchas de sangre en el territorio nacional.

Quedan muchas heridas, pero es parte del pasado que debe ser superado por el perdón. De ahí la fuerza innata y noble de cada colombiano que ha sido víctima de la guerra. Se espera que se cumpla resarcir a quienes vivieron y fueron víctimas de la violencia, que perdieron a sus seres queridos, a los que quedaron físicamente mal de la atrocidad de la guerra, así como desplazados por el conflicto.

El 26 S no sólo es el final de enfrentamientos con un grupo armado en nuestra patria, sino el inicio de una nueva era: el posconflicto, que con fortaleza y cumplimiento de los acuerdos entre las partes, no podrá ser inferior a más de cincuenta años de violencia, sino que es el camino de consolidar las reformas institucionales que volteen la página de la historia de Colombia, pero en paz.

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