Este 1 de julio de 1968 es un día marcado en la memoria de la paz. Se firmó, hace 50 años, el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares, por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética y obligaba a los países signatarios a evitar la proliferación de armas nucleares.

El objetivo del tratado era alcanzar el desarme nuclear total. Alemania se unió al acuerdo en 1975 y este ya ha sido suscrito por más de 190 países.

El acuerdo ha sido considerado durante años como la piedra angular de los esfuerzos mundiales de desarme, aunque, actualmente, más bien parece una vaga aspiración. Aún existen en el planeta casi 15.000 bombas atómicas, estima el Instituto sueco SIPRI. Los signatarios del acuerdo, Estados Unidos (6.800) y Rusia (7.000) poseen la mayor cantidad de armas nucleares.

El politólogo y experto en Desarme Tom Sauer, de la Universidad de Amberes afirma que “el acuerdo está en una crisis total". La última conferencia para revisar el acuerdo data de 2015 y fue un fracaso. Se teme que la próxima, fijada para 2020, corra la misma suerte.

Y todo seguirá en esa misma línea, supone Sauer, hasta que los países firmantes del tratado finalmente cumplan las obligaciones que éste impone, es decir, que haya una reducción masiva de las cabezas nucleares a cero. "Eso fue lo que prometieron en 1968, pero no lo han hecho", critica.

Lo más preocupante es que los Estados que poseen armas nucleares están modernizando sus arsenales e introduciendo nueva tecnología, como sofisticados sistemas de posicionamiento. El riesgo de que haya una guerra nuclear es mucho más alto hoy que hace unas décadas, estiman los expertos.

Además de Estados Unidos, los únicos miembros de la OTAN que tienen armas nucleares son Reino Unido y Francia. Al club atómico pertenecen también Rusia, China, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte.

Ninguno de esos Estados, salvo quizás Corea del Norte, tiene previsto renunciar a sus armas nucleares, pues las consideran indispensables para su propia seguridad. Un mundo sin armas nucleares, un objetivo para el que el expresidente de Estados Unidos Barack Obama hizo una aplaudida campaña en 2009, es un objetivo poco realista, según el experto Karl-Heinz Kamp.

Incluso en el improbable caso de que se desactivaran todas las cabezas nucleares, reactivarlas no sería una tarea compleja, dice el especialista. Y no solo para los Gobiernos sería un trabajo sencillo, sino también para las grandes corporaciones, porque el conocimiento y los materiales están al alcance de la mano. Para Kamp, también es cuestionable la tesis de que un mundo sin armas nucleares sería un lugar más estable.

Tom Sauer, a quien le preocupa especialmente que las conversaciones de desarme entre Estados Unidos y Rusia estén suspendidas y que cada vez más países busquen ingresar al club atómico, entre ellos Irán y Arabia Saudita.

Pero pone toda su esperanza en la ONU que, con el voto de 122 de los 193 estados miembros, ya pidió una prohibición completa de las armas nucleares. Eso ocurrió en 2017. Tan pronto como 50 países firmen ese acuerdo, será vinculante. "Todos estos países considerarán que las armas nucleares son ilegales", enfatiza el experto holandés. "El viento está cambiando y las potencias nucleares se han puesto a la defensiva", afirma.

 

Maracay, 11 de julio de 2018.

Por Felicia Saturno Hartt.

Foto: DW.

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