La Inteligencia Artificial está llamada a ser la gran revolución tecnológica de los próximos años, no solo en el mundo de la empresa, sino también en el ámbito social, con aplicaciones que van desde la detección precoz del cáncer hasta la lucha contra la deforestación.

La Inteligencia Artificial está llamada a ser la gran revolución tecnológica de los próximos años, no solo en el mundo de la empresa, sino también en el ámbito social, con aplicaciones que van desde la detección precoz del cáncer hasta la lucha contra la deforestación.

Una de las empresas tecnológicas que están apostando con más fuerza por esto es Google, que recientemente anunció que destinará 25 millones de dólares a ayudar a organizaciones que usen la Inteligencia Artificial para "solucionar problemas sociales, humanitarios y medioambientales".

Una de estas aplicaciones, promovida desde dentro este gigante tecnológico, es el uso de aprendizaje automático o machine learning, en un microscopio para ayudar a detectar el cáncer, explicó el técnico de programación de Google, Bob McDonald: "Usamos una cámara que recibe las mismas imágenes que el investigador a través del microscopio. Esas imágenes llegan a un ordenador que ha 'aprendido' a predecir dónde se encuentran las células del cáncer en caso de que las haya", indicó McDonald.

De esta manera, la máquina se encarga de hacer una tarea repetitiva y con un elevado coste de tiempo como el análisis de muestras y, en caso de hallar indicios de cáncer, alerta a un investigador.

Según los responsables del proyecto, la Inteligencia Artificial puede el doble de rápida que el ojo humano, e incluso más exacta en la detección de tumores pequeños.

Junto a la medicina, el medioambiente puede ser otro de los grandes beneficiarios de este tipo de tecnologías basadas en que los ordenadores aprendan, tras haber analizado inmensas cantidades de datos, a emitir sus propias decisiones replicando el juicio de un humano.

Rainforest Connection es una organización sin ánimo de lucro dedicada a proteger los bosques y las selvas de la deforestación sirviéndose de señales acústicas captadas por teléfonos móviles viejos, escondidos en lo alto de árboles y que son analizadas mediante Inteligencia Artificial.

Los teléfonos están siempre activados, de manera que cuando se detectan ruidos de camiones o de sierras eléctricas, el ordenador que procesa la información avisa de forma inmediata a las autoridades y a organizaciones dedicadas a la protección de los bosques.

Los teléfonos, todos ellos donados por voluntarios, operan durante años en lo alto de los árboles, al disponer de una cáscara hecha con placas solares, que recarga constantemente la batería y, a su vez, los protege de las duras condiciones ambientales del bosque.

Actualmente, Rainforest Connection tiene unos 130 teléfonos colocados en países del Amazonas como Brasil y Ecuador y varios puntos de África que, en total, cubren unos 2.000 kilómetros cuadrados de zonas selváticas.

Otra aplicación con carácter medioambiental de la Inteligencia Artificial es la que lleva a cabo la ONG Global Fishing Watch, dedicada a obtener información precisa sobre quién pesca y cuánto lo hace, entre otras variables, para informar a los gobiernos y organizaciones internacionales y luchar así contra la sobrepesca.

Sunnyvale, 30 de noviembre de 2018.-

Por Felicia Saturno Hartt.

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