Vidrí (Antioquía) 10 de mayo de 2018. Por Redacción Ecos. Foto: Jennifer Moreno/Misión de Verificación de la ONU.- La escuela “Alianza para el Progreso” acoge a los niños y niñas de Vidrí, una comunidad rural al borde del río Arquía, al noroeste de Colombia. En esta institución, situada en una zona históricamente controlada por las FARC-EP, trabaja Yasisris, una profesora que educa a los niños sobre la paz.

A las siete de la mañana, de lunes a viernes, inician las clases en la escuela rural “Alianza para el Progreso” de la comunidad de Vidrí, Antioquia. La jornada estudiantil empieza con el saludo habitual de la profesora Yasiris Copete y la oración del Padre Nuestro. Los niños y niñas que asisten a esta escuela son de Vidrí, comunidad rural de 26 familias que viven de la pesca y la agricultura.

La profe Yasi, como le dicen sus alumnos de cariño, es una Quibdoseña que llegó a Vidrí hace más de 7 meses para cubrir una licencia de maternidad. Cuando le ofrecieron el trabajo, Yasisris tenía una idea negativa sobre la dinámica en el río Arquía, zona históricamente controlada por las FARC-EP en los tiempos de la guerra entre este grupo y el estado colombiano. “Primero pensaba que me podía pasar algo, tenía un poco de miedo, pero cuando llegué y me di cuenta como estaban las cosas, supe que todo era muy diferente. Para mí ha sido una experiencia maravillosa y gratificante”, cuenta Yasiris.

Y es que Yasiris llegó a Vidrí durante el proceso de dejación de armas de las FARC, para ese entonces la dinámica en las comunidades ribereñas del río Arquía ya había cambiado desde que se instaló, en enero de 2017, el Punto Transitorio de Normalización (PTN), acordado entre gobierno y FARC, para que combatientes dejaran sus armas. 

Hoy, es el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) en donde los ex combatientes hacen su tránsito a la vida civil y para el cual la Misión de Verificación de la ONU, por medio de su Oficina Regional de Quibdó, monitorea los compromisos adquiridos por gobierno y FARC en los puntos que tienen que ver con la reincorporación y garantías de seguridad.

En este recóndito pueblo antioqueño, pero culturalmente chocoano, sus habitantes han sido testigos de los cambios que ha generado el Acuerdo de Paz, aunque la presencia estatal es aun precaria el hecho de que no exista conflicto armado, entre gobierno y FARC, ha sido benéfico para la tranquilidad de los pobladores.  Sin embargo, al principio del proceso la comunidad y los niños y niñas aun sentían miedo. “Ahora les veo actitud positiva porque cuando llegué a la comunidad notaba que los niños estaban temerosos de ese proceso, de que los ex combatientes estuvieran cerca” afirma Yasiris.

Fue en ese momento en que la profesora Yasiris consideró oportuno hablar con sus 17 estudiantes sobre temas de Paz. “Yo empecé a hablarles sobre los beneficios del proceso y así empezaron a interesarse por el tema y ahora son ellos los que me dicen que les hable, su actitud ha cambiado”. Para hacer el tema ameno, Yasiris implementó estrategias pedagógicas de “Educar Jugando” y por medio de actividades lúdicas incentiva el interés de los niños y niñas de la escuela a dialogar sobre la Paz.

“Yo los incentivo a que pintemos y dibujemos los símbolos que representan la paz. Por medio de esas actividades empezamos a hablar sobre el proceso y lo que ellos sienten. Además, jugamos rondas, fútbol, voleibol … entonces por medio de la dinámica y la recreación, construimos paz”, cuenta Yasiris.

La cobertura educativa para las seis comunidades que viven a orillas del Arquía (Puerto Medellín, Puerto Palacios, Vidrí, Vegaez, La Isleta y Belén) es precaria. Las escuelas cuentan con recursos escasos para brindar el servicio. Los jóvenes que cursan el bachillerato deben desplazarse hasta Vegáez, comunidad que cuenta con el único colegio de educación secundara en la zona.

Una de las causas de este rezago viene por cuenta de la dinámica de conflicto armado en la que esta región vivía. Ahora, las comunidades esperan que los dividendos de la paz sean tangibles y la institucionalidad llegue con los servicios básicos que permitan una mejora sustancial en su calidad de vida. Por ahora, los niños y niñas de Vidrí seguirán jugando mientras hablan de paz.

Gracias a Jennifer Moreno, Oficial de Información Pública - Regional Chocó, de la Misión de Verificación de la ONU en Colombia, por escribir esta crónica esperanzadora, publicarla para el mundo y hacer más palpable los dividendos del Proceso de Paz en Colombia.

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