Un adiu00f3s con altura y reconocimiento mundial

Jamás en la historia del fútbol colombiano, una selección había llegado tan lejos. Un onceno que entró a figurar entre los ocho primeros del mundo. La derrota con Brasil nos sacó del certamen,  pero nos deja dentro de los países más representativos y competitivos del balompié mundial.

A los colombianos nos los movió ni los motivó ninguna otra cosa,  durante estos veinte días,  sino  su selección Colombia. La maestría y veteranía de Yepes; el carisma, inteligencia, técnica de crac y goleador de James; la seguridad de Ospina en el marco, y toda la armonía futbolística de los demás jugadores, hicieron de Colombia una selección grande. Un equipo competitivo que le demostró al  pueblo colombiano, y sobre todo a sus dirigentes, que si se puede.

Como lo dijo el conocido comentarista deportivo, Hernán Peláez Restrepo: “La selección le despertó el nacionalismo y le devolvió la fe al país”. Un acierto que destaca que en Colombia están pasando cosas grandes, no sólo en el campo deportivo, sino en otras dimensiones que superan la esperanza de un país que es grande y está para cosas mejores, sobre todo para alcanzar la paz.

El domingo, el río humano que va a recibir a los compatriotas con una caravana,  desde el aeropuerto El Dorado hasta el parque Simón Bolívar, va a reflejar ese sentimiento patrio que le despertó la selección al pueblo colombiano.David Ospina

No haber entrado a las semifinales no ha sido una derrota, porque llegar tan lejos es el triunfo, sacrificio y el esfuerzo de un trabajo en equipo organizado, disciplinado y unido, que contó con la impecable dirección técnica del profesor argentino José Néstor Pekerman, quien unió a Colombia en torno al grito de gol.

Ojalá la dirigencia en Colombia tomara esta experiencia deportiva como un ejemplo para organizar un gran equipo, en cabeza del Presidente Santos, y sacar al país adelante y en paz.

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