Por Felicia Saturno Hartt.- Venezuela ayer salió a votar e iniciar un nuevo camino, entre adversidades, la inflación más alta del mundo y la mayor tasa de homicidios del planeta. A 17 años de la primera victoria comicial de Hugo Chávez, el ciudadano de a pié asumió su derecho y votó masivamente. Su participación fue de 74.3%, extraño porcentaje en elecciones que no son presidenciales.

La coalición opositora, representada por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), un amplio grupo de grupos y partidos desde la centroizquierda a la derecha,  ganó los comicios en desventaja de condiciones ante el ventajismo del uso de recursos públicos, las continuas intervenciones del presidente de la república y la complicidad del ente comicial en el cambio de la geografía electoral y la interpretación de las normas, aparte de las amenazas, cerco informativo y el amedrentamiento de sus dirigentes.

Según un balance ofrecido en la tarde de este lunes, la MUD tiene “asegurados” 112 diputados, en espera de la definición de 5 curules más. Por ello, iniciaría el nuevo periodo parlamentario con una mayoría calificada de dos terceras partes (2/3). Esto solo se puede lograr cuando una bancada tiene 112 diputados electos (o más).

Esto es un cambio de escenario, el final de la hegemonía chavista en el Parlamento y estar facultados constitucionalmente para  convocar un referendo sin necesidad de firmas ciudadanas, impulsar una Asamblea Constituyente, remover a magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, al Defensor del Pueblo, al Contralor, al Fiscal General, designar a los miembros del Consejo Nacional Electoral, entre otras organizaciones y también someter a referendo los acuerdos y convenios internacionales, que atenten contra la soberanía nacional.

Esta mayoría puede sancionar los “super poderes” que le otorga la Ley Habilitante al Presidente, así como también, aprobar la moción de censura al vicepresidente y los ministros, lo que podría implicar su destitución.

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