Por Luis Fernando García Forero*.- Colombia vibró con el triunfo de Egan Bernal al ganar el Giro de Italia, cuando en la última etapa, de cronometro individual, llegó con la camiseta de rosa en el menor tiempo de las 21 etapas: 86 horas, 17 minutos y 28 segundos, en una de las carreras ciclísticas más importantes del mundo.
Millones de colombianos saltaron de emoción a la llegada a la meta en Milán del ciclista de Ineos, donde luego en el pódium y después de las notas del himno nacional, abrazaba el trofeo como campeón, cambiándole el sentimiento a la nación, que además de la pandemia, ha sufrido una tragedia social que ha desembocado en paros, manifestaciones, acciones vandálicas, terrorismo, que en 30 días ha dejado cerca de 50 muertos y un gran número de heridos.
El sentimiento patrio por la victoria de un humilde hijo de Zipaquirá, ocasionó un contagio de felicidad y de libertad, en pleno domingo, que ojalá sirva para que los colombianos encontremos el camino, a través del diálogo, y superemos los graves problemas de la nación por las injusticias, desigualdades, la corrupción, el narcotráfico, el desempleo, la falta de oportunidades y el hambre, entre otros flagelos, que ha llevado al país no solo a la polarización sino a una revuelta social con sangre, que sigue alimentando el odio, sin que se vislumbre una solución inmediata.
Increíble, pero cierto, un país que firmó un acuerdo para el fin de un conflicto armado por más de 50 años, generó de ahí en adelante una polarización política que no solo le hace daño al desarrollo institucional, sino que ya se refleja en las calles con actos más que violentos, y donde mientras el Gobierno y líderes de las protestas buscan el camino al dialogo, que permita una negociación a las peticiones de los manifestantes, los enemigos de la paz alimentan la anarquía.
Balas van y balas vienen en las calles de las ciudades, mientras que los narcotraficantes inundan el mercado internacional, lo que confirma que Colombia sigue poniendo los muertos y no hay una actitud, ni iniciativas, de los líderes mundiales, que revisen y acepten que las políticas en la lucha contra el narcotráfico fracasaron.
Ojalá los diálogos entre representantes del gobierno colombiano y la dirigencia del paro, que hacen esfuerzos en buscar la firma de un preacuerdo que permita abrir el camino a la negociación, no deje apagar el eco de la emoción que nos ha dado Egan Bernal y que el jefe de Estado inicie, de una vez por todas, la búsqueda de la Unidad Nacional, facultad que le da la Constitución Política de Colombia.
¡Los colombianos de bien no queremos más la ‘incultura del odio’!
Bogotá, D. C, 30 de mayo de 2021