Por Felicia Saturno Hartt. Foto: S&S.- Los regímenes totalitarios temen el poder de la asociación y de las ideas libres, porque que son poderosas herramientas para exigir el derecho a la libertad. Ese fue el delito que Liu Xiaobo cometió y el Gobierno Chino denominó "socavar la autoridad del Estado". Con él murió un importante crítico del Partido Comunista de China, un intelectual comprometido y un activista de los DD.HH sin dobleces.

Liu Xiaobo fue un verdadero ciudadano. Un hombre con visión y con una misión con su país. No se dejó intimidar por el todopoderoso Partido Comunista. Con una insistencia admirable, se mantuvo firme en su opinión que la Democracia, la Separación de Poderes y el Estado de Derecho eran mejores para China que la Dictadura Unipartidista del Partido Comunista.

Este profesor de literatura y famoso traductor era consciente de que esa postura le traería problemas. "Perder la libertad es uno de los riesgos profesionales de la disidencia”, explicó en una entrevista antes de los Juegos Olímpicos de Pekín, momento en que las autoridades chinas se mostraban más abiertas con los medios extranjeros.

Desde la década de los 90, Xiaobo conoció la prisión. La primera vez, después de la violenta represión del Movimiento Democrático Chino, en junio de 1989. Liu había regresado de una estadía de investigación en EE.UU. Quería formar parte de este movimiento.

En la noche del 3 al 4 de julio de 1989 Xiaobo tuvo un papel crucial cuando negoció la salida pacífica con un grupo de estudiantes que se manifestaba en la Plaza de Tiananmen. Consiguió que no hubiese más víctimas por los ataques del Ejército contra su propio pueblo, pero esa masacre lo marcó. Como superviviente, consideró que tenía el deber moral de luchar para hacer justicia con los fallecidos. "No puedo evitar tener un sentimiento de obligación con las víctimas”, comentó en 2007.

En diciembre de 2008, Liu Xiaobo publicó junto a otros 300 Intelectuales y Activistas Chinos la Carta 08, un manifiesto para pedir reformas democráticas por medios pacíficos. Entre ellas, se mencionaban 19 medidas destinadas a mejorar la situación de los DD.HH. en China.

Por ejemplo, un sistema judicial independiente, el respeto a la libertad de asociación y el fin del sistema de partido único. Para el régimen fue un ataque frontal, considerado aún más grave por el hecho de que estuviese firmado por intelectuales de signos muy diferentes.

Pocos días después, Xiaobo fue detenido como el impulsor principal. No pudo contar con jueces independientes y un 25 de diciembre fue condenado a 11 años de prisión por "incitar a la subversión”.

Según John Kamm, fundador del grupo de asistencia legal Dui Hua de EE.UU, Xiaobo recibió la pena más larga desde que se introdujo el delito de incitación a la subversión en 1997. El director del proceso anunció del veredicto el 25 de diciembre de 2009. Una fecha en la que las autoridades chinas sabían que los corresponsales extranjeros estarían en su casa por Navidad y habría menos titulares negativos.

En febrero de 2010, todo el mundo pudo leer la respuesta de Liu Xiaobo a su detención, juicio y veredicto en un ensayo: "Quiero decirle al régimen que me privó de libertad que no tengo enemigos”.

En esa afirmación, este intelectual chino incluía explícitamente a jueces, policías y fiscales: "No acepto su supervisión, su detención, sus juicios, pero respeto su trabajo y su persona…” Liu también escribió contra el odio: "El odio corroe la sabiduría y la conciencia de una persona. El pensamiento de enemistad puede envenenar el espíritu de una nación, destruir la tolerancia y la humanidad, y bloquear el camino al progreso y la democracia. Espero ser capaz de poder enfrentarme a la hostilidad del régimen con las mejores intenciones y calmar el odio con el amor”.

Este texto fue leído durante la que quizás sea su "presentación" más conocida: una silla vacía que representaba a este preso político en el podio, en la entrega del Premio Nobel de la Paz en 2010. El Comité Noruego de los premios le concedió el galardón por su larga y pacífica lucha por los DD.HH. fundamentales en China”. A la ceremonia tampoco pudo viajar su mujer, Liu Xia, que se encuentra en arresto domiciliario desde 2010.

Las peticiones para que el gobierno chino libere a los disidentes enfermos no tuvieron éxito. A finales de junio de 2017, Liu Xiaobo pudo salir de la cárcel para ser hospitalizado inmediatamente por un cáncer de hígado en fase terminal. Según su abogado, le concedieron la libertad condicional para el tratamiento médico.

Sin embargo, ni a él ni a su mujer les permitieron salir al extranjero para someterse a tratamiento. Liu Xiaobo murió de cáncer a la edad de 61 años.

El Ministerio de Exteriores Chino rechazó las críticas recibidas por otros Gobiernos tras la muerte del escritor y activista disidente y les exigió que no se entrometan en cuestiones internas del país, informaron medios estatales.

Los países que criticaron a Pekín por su actuación respecto al activista disidente, según la Dictadura China deben respetar la "Justicia y Soberanía del país", dijo un portavoz del Ministerio citado por la agencia de noticias Xinhua. La gestión del caso es "un asunto interno y otros países no están en posición de hacer observaciones inadecuadas", recalcaron.

La Directora de HRW para China, Sophie Richardson, expresó los que todos sentimos: "aunque el Gobierno Chino actúa con una arrogancia, crueldad e insensibilidad estremecedoras, la lucha de Liu Xioabo por una China Democrática, donde se respeten, los DD.HH., seguirá viva".

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