Mauricio Cabrera Galvis

Por Mauricio Cabrera Galvis*.- La mejor política de reactivación es aquella que no solo acelera el crecimiento sino que además disminuye la pobreza y la desigualdad. Ese es uno de los criterios para elegir entre distintas alternativas de políticas, tal como expliqué la semana pasada. Otros dos son que las políticas sean adecuadas y sean suficientes y oportunas. Una política de reactivación es más adecuada si ataca las causas de la recesión y no solo los síntomas. Una analogía médica es el paciente con fiebre debido a una infección, al que se le puede dar aspirina para bajar la fiebre o darle antibióticos para quitar la infección.

La causa principal de la actual recesión es la debilidad de la demanda: empresas y establecimientos de comercio se quebraron y tuvieron que despedir empleados porque se les cayeron las ventas; en parte por el confinamiento y en parte porque la gente voluntariamente dejó de comprar. Pero ya se acabó el confinamiento y el consumo no vuelve a su nivel anterior, porque no basta que abran almacenes, aeropuertos, hoteles o restaurantes si muchos todavía no quieren o no pueden comprar.

El consumo no despega por las 3 Ps: Prevención o temor al contagio; Prudencia ante la incertidumbre de ingresos futuros y sobre todo Pobreza. 30% de los hogares en Colombia hace hoy una comida menos porque no les alcanzan los ingresos. Por eso las políticas de incentivos a la oferta no son eficaces.

¿Para qué dar estímulos tributarios para construir hoteles, o comprar maquinaria si no hay huéspedes ni suben las ventas?

Inclusive ofrecer más crédito para empresas que no tienen ventas suficientes para pagar la nómina solo sirve para diferir el problema pues después no podrán pagar el crédito.

Políticas como los subsidios a la nómina son más adecuadas y cumplen los dos criterios señalados, pero poco sirven si son tardías o reducidas en cuantía. Fue lo que sucedió con el Paef, una muy buena idea para conservar puestos de trabajo, pero que se inició cuando ya se habían perdido cinco millones de empleos; además la cuantía del subsidio –menos del 30% del costo laboral de un empleado de salario mínimo- solo alcanzaba a empresas con pequeñas reducciones en ventas.

El Estado es el único que puede compensar una caída de la demanda del sector privado como la que ocurrió con la pandemia; así lo entendieron muchos gobiernos que según la consultora Mckinsey, aumentaron el gasto público en 20% o más con lo que lograron mitigar el aumento del desempleo.

En Colombia el consumo del Gobierno solo creció 3,7% el año pasado, monto totalmente insuficiente para enfrentar la crisis.

Bogotá, D. C, 22 de febrero de 2021

*Filósofo y Economista. Consultor.

 

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