América Latina presenta cifras alarmantes y desalentadoras en la práctica del Reciclaje. Ningún país supera el 15% de material reciclado por la basura que producen al año, que asciende a 16.9 millones de toneladas.

Vivimos una indiferencia ambiental ante las terribles noticias sobre el impacto de los plásticos en los ecosistemas terrestres. Las medidas punitivas y crematísticas generan una respuesta inmediata pero débil porque la mayoría de los entes gubernamentales no tienen los recursos para monitorear el comportamiento de la población y terminan con las salidas tradicionales, la acumulación de desechos sin clasificación en botaderos o la contratación de empresas especializadas, que se benefician del producto final.

Al final de todos los análisis de los problemas de nuestra región, las conclusiones apuntan a la inexistente Cultura Ecológica. Sin duda, que la preservación de los ecosistemas, la diversidad biológica y el medio biofísico circundante, son valores conservacionistas que armonizan nuestra relación con los infinitos recursos del planeta Tierra.

Pero se requiere de voluntad en las personas y compromiso de los gobiernos, para lograr un desarrollo sostenible y sustentable a través de la integración. De allí, que la Educación Ambiental, emerge como un proceso de aprendizaje que despierta la conciencia social del hombre con la Naturaleza, promoviendo la siembra de árboles, la limpieza de ríos, el ahorro de energía eléctrica y el reciclaje dentro de las comunidades. No es sólo reciclar, es una actitud completa hacia el medio ambiente.

Por ello, la Cultura del Reciclaje es la actitud proactiva de la ciudadanía y los organismos públicos, en establecer políticas ambientales para la recolección y el manejo de los desechos sólidos, con el fin de NO contaminar las ciudades e incentivando un patrón de conducta ecológico en la colectividad.

Es la lucha diaria por reducir el impacto negativo del consumo, que necesita la participación solidaria de los entes ministeriales, la empresa privada y las ONGs, para trabajar de forma mancomunada por el bienestar socio-ambiental de la gente y su entorno.

Recordemos que Reciclar, es someter un material o producto usado, a un proceso físico-químico o mecánico que permita volver a utilizarlo. Por eso es vital cumplir con la regla de las 3Rs (reducir, reusar, reciclar) y así evitar la acumulación de desperdicios domésticos e industriales.

La Cultura del Reciclaje, se construye gracias al sentido común de los individuos, que es el motor racional de las comunidades, para tomar decisiones que afecten positivamente su modus vivendi y permitan consolidar un modelo de gestión pública ciudadana.

En suma, la Cultura del Reciclaje es un criterio de corresponsabilidad ecológica ciudadana, por descubrir, analizar e intervenir el escenario socio-ambiental en pos del desarrollo colectivo de los países y sus residentes.

Bogotá, D.C., 11 de julio de 2018.

Por Felicia Saturno Hartt.

Foto: iris.net.co

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