Por Felicia Saturno Hartt. Foto: IREX.- Otra cita con el Internet se desarrolla en la hermosa ciudad de Valencia, España esta semana: el Internet Freedom Festival (IFF), un evento sobre los derechos digitales que es uno de los referentes internacionales de la libertad y la privacidad online, cuya tercera edición se celebra hasta al 10 de marzo en Las Naves de Valencia.

Uno de los retos del IFF 2017 es salvaguardar la asistencia anónima de sus asistentes, especialmente de participantes procedentes de países como Vietnam, India, Líbano, Cuba o Zimbabue, que se la juegan al tomar un avión para asistir a encuentros sobre los derechos digitales, en un espacio que acoge a más de 1.200 personas de 114 países, todos con dispositivos móviles en mano.

“Muchos activistas que no pueden aparecer, porque su seguridad está comprometida”, señala la periodista y activista Trinh Nguyen, de origen vietnamita y residente en Canadá, que participa en el festival como editora de Loa, el proyecto de comunicación de Viet Tan, un grupo en defensa de la democracia en el país asiático.

La mencionada comunicadora explica, asimismo: “Traigo a cincuenta tecnólogos y desarrolladores de Vietnam a Valencia, porque es un buen lugar para conocer a expertos de otros países con los que hablar de lo difícil que es la situación en Vietnam, considerado como uno de los enemigos de Internet, donde el gobierno espía a los ciudadanos, arresta a blogueros y activistas y presiona a los medios”.

En este sentido, Melanio Escobar, periodista venezolano y fundador de Redes Ayuda, una entidad que fomenta el uso de las nuevas tecnologías y apoya en materia de seguridad digital y manejo de redes en diversas organizaciones de Derechos Humanos para conectar con las nuevas generaciones en Venezuela.

“Hay gente a la que no la dejaron salir de su país. Dos chicos de Cuba no han podido venir”. Escobar es de los pocos participantes que no rehúsan revelar su identidad.

Esta es la primera vez que este cybersolidario venezolano viaja a Europa para intercambiar experiencias sobre el ejercicio de la libertad de expresión con especialistas de Internet de otros países. “Aquí me siento seguro para hablar de derechos. En cualquier país de Latinoamérica nos sentimos perseguidos. Nos han acusado de ser terroristas y conspiradores y de traicionar a la patria por impartir talleres sobre seguridad digital en otros países centroamericanos”, sostiene este periodista, que colabora en la selección de las sesiones del festival.

Los plenos derechos digitales todavía representan un horizonte lejano, según Estrella, comunicadora mexicana que prefiere guardar su apellido en el anonimato. Esta periodista, que participa en el festival con el propósito de enseñar a defender un intercambio seguro de datos entre los periodistas y sus fuentes de información, es una de las gestoras de Rancho Electrónico, un laboratorio cooperativo de autodefensa digital, entre cuyas acciones figura la convocatoria de un crypto-rally (competiciones con actividades sobre cómo resguardar las comunicaciones) frente a la reforma de las telecomunicaciones en México en 2013.

“Cuando se conocen los límites de la red, la gente deja de participar por las implicaciones que puedan tener sus comunicaciones. Uno mismo debe defender sus propias informaciones, y la red debe asumirse como algo colectivo. Después del esfuerzo de sensibilización y de aprendizaje sobre el problema, muchos periodistas amenazados siguen sin tener ningún tipo de protección en el tratamiento de la información y en la relación con sus fuentes. Toda la sociedad es necesaria para salir al quite contra la criminalización y la vigilancia masiva, aunque todavía sea conseguir prácticas seguras en nuestros entornos”, defiende Estrella.

Participante por segunda vez en este encuentro digital, al hacker neoyorquino Matt Mitchell se le acercan varios asistentes para preguntarle por el funcionamiento de su pendrive encriptado de 16 gigabytes, que emplea a su vez como llavero. “Encriptar nuestros datos es algo que debemos ver tan natural como cerrar las puertas y las ventanas de nuestras casas”, indica el impulsor de Crypto Harlem, un encuentro mensual en este barrio de Nueva York consistente en empoderar a los usuarios en el arte del encriptado, una enseñanza que traslada a Valencia estos días, en el marco del desarrollo de protocolos para cifrar el correo electrónico, como el del programa Pretty Good Privacy (PGP).

“Vengo a Valencia porque es el centro de la lucha contra la vigilancia en el mundo, algo que en Estados Unidos sería imposible de celebrar. Los gobernantes, da igual quien sea, si es un negro guay o un pelirrojo loco, siempre controlan el espacio físico, pero somos nosotros los que debemos resistir en el espacio digital”, defiende Mitchell.

Entre las más de 200 sesiones, Facebook presentará su guía de consejos de seguridad para la información confidencial y la red de anonimización TOR celebrará su encuentro mundial de desarrolladores.

Con un presupuesto de 500.000 dólares, aportado por la organización y los participantes, entre quienes también se encuentran Mozilla, Twitter, Google, Wikipedia, Electronic Frontier Foundation y Reporteros sin Fronteras, esta “reunión de reuniones” en torno al open source, el software de código abierto, concentra sus platos fuertes en los apagones gubernamentales de Internet y los mecanismos de resistencia, violencia de género y acoso a las mujeres, discriminación, vigilancia y neutralidad en la red.

El festival alberga más de 200 sesiones con la participación de 114 países y más de 1.200 asistentes

“Aunque muchos de los asistentes son padres y madres de Internet, nuestro objetivo no es la tecnología, sino poner las herramientas al alcance de periodistas, desarrolladores y activistas por un Internet sin censuras ni vigilancia”, señalan el valenciano Pepe Borrás y la neoyorquina Sandra Ordóñez, impulsores de esta iniciativa internacional por la libertad de expresión en la red que cuenta con el respaldo de la Consejería de Transparencia, la Diputación de Valencia, la Unió de Periodistes Valencians y el espacio creativo Las Naves.

En su tercera edición, la representación de las mujeres alcanza el 47%, una cifra nada habitual en el ámbito de la tecnología, pero la cuota de participantes españoles, que el año pasado fue del 2%, supone todavía un reto para la organización del festival.

 

“Uno de nuestros objetivos ha sido desarrollar un fondo común (el Diversity Inclusion Fund) para traer a gente infrarrepresentada en la red, y gracias a las donaciones hemos podido ayudar a que viajen hasta aquí a 65 personas. Siempre hablamos de los países donde lo tienen difícil, pero la gente que está en el frente y que padece esas situaciones nunca están en las conversaciones de las conferencias internacionales, y necesitamos aprender de ellos, porque en Europa nos falta conciencia sobre estos temas, todavía lo vemos como algo que solo afecta a países como China, Venezuela, Cuba o Irán”, sentencian los organizadores Borrás y Ordoñez.

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