Bogotá, 29 de diciembre de 2017. Por Redacción Ecos. Foto: Dataifx.-  2.575 atentados perpetrados por grupos terroristas y con diferentes motivaciones, entre 1986 y 2015, sufrieron los Ecosistemas Colombianos. Una cifra que habla por sí sola de la gravedad de estos desdichados actos y su impacto en la vida de esas comunidades y ecosistemas.

Tres departamentos vivieron el mayor impacto de estos daños criminales: Putumayo, Arauca y Nariño. Particularmente, Putumayo sufrió 1001 hechos violentos desde 1986 donde históricamente la estructura petrolera ha sido la más afectada.

El derrame de 4.119.667 barriles de hidrocarburos, muchos de ellos controlados y retirados de las zonas afectadas, con un alto costo operativo, por empresas como ECOPETROL y otros, muchos, han permanecido como prueba más que patente de los costos del conflicto armado y la de oportunidad que significa el Acuerdo de Paz para aproximarse a las realidades de esos ecosistemas y comunidades, para su rescate responsable y oportuno.

En este sentido, el papel que ha jugado la Agencia Nacional de Hidrocarburos, con la Presidencia de Orlando Velandia Sepúlveda, ha ido más allá de una acción de responsabilidad social empresarial.

La ANH ante ese panorama desolador, tomó la decisión de trabajar para revertir esa situación y apoyar a las comunidades que resultaron afectadas, a través de un plan que  consiste en invertir recursos propios, buscar aliados, ensayar nuevas metodologías y apalancar recursos públicos y privados.

Pozo Azul, en el Departamento de Putumayo ha sido piloto para demostrar que es posible intervenir en esas nefastas consecuencias de la violencia, si existe voluntad y trabajo mancomunado.

En este caso de Putumayo, por la gravedad de lo sucedido en ese importante departamento, se eligió para el desarrollo de la estrategia. En este sentido, la fase de planeación y comunicación a la comunidad ya está finalizando.

De hecho, en una de las primeras visitas a la vereda, varios líderes locales estaban sorprendidos y no entendían cuál era el interés en reparar el daño hecho después de tanto tiempo. Tras las primeras conversaciones descubrieron que nadie tenía intenciones ocultas. El único propósito era ayudarlos a recuperar sus ecosistemas, cuerpos de agua y la salud de su territorio.

Varios ingenieros y expertos ya están activando la segunda fase, que consiste en un diagnóstico más preciso y la valoración del riesgo y niveles de descontaminación.

Todo el equipo  de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) esperan que a partir del 2018 se ejecute la recuperación de la zona y Pozo Azul se convierta en un símbolo de la protección del medio ambiente en una nueva etapa del país como lo es el posconflicto.

“Nuestra acción decidida busca seguir liderando la política pública demostrando que es posible la explotación de hidrocarburos con conciencia ambiental y desarrollo para las comunidades. De lo que se trata es de generar riqueza sostenible para todos. Seguiremos trabajando para que otras instituciones locales, empresas y organizaciones civiles se sumen a esta política de gobierno”, enfatizó Orlando Velandia, Presidente de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, sobre el impacto e importancia de esta acción en las regiones de Colombia.

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