Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Getty Images.-  En la historia de los EE.UU. jamás había asistido un Presidente a su toma de posesión, con un escenario tan controvertido. Donald Trump, el 45 Presidente de los EE.UU. puede ser el mandatario más impopular e impredecible de su historia y el país del norte y el mundo, entrarían a una etapa de enorme incertidumbre y sería el objetivo del análisis y la crítica globales.

Por primera vez desde Eisenhower, un hombre de negocios de maneras extravagantes, sin ninguna experiencia política previa, va a tomar las riendas de la primera potencia mundial. Y esa sensación de incertidumbre es un clima complejo y explosivo.

El hombre que tendrá control absoluto sobre 4.500 bombas atómicas de los EE.UU, tiene la popularidad más baja de ningún presidente al inicio de su mandato, desde hace 40 años, o sea, según lo revelan dos sondeos, uno del diario "The Washington Post" y la cadena de televisión ABC, y otro de la televisión CNN y la Consultora ORC.

Ambos ponen a Trump con una popularidad del 40%, una de las más bajas desde que anunció su entrada en política en junio de 2015. Es algo sin precedentes. Trump está 18 puntos por detrás del siguiente presidente con la popularidad más baja en el momento de la toma del cargo -Ronald Reagan, en 1981- y a 44 del que la tenía más alta, que fue, precisamente, Barack Obama en 2009.

Es posible que la impopularidad de Trump bata todavía más récords, aunque, como no existen encuestas, es imposible saberlo. Porque hay que tener en cuenta que en 1972 Richard Nixon arrasó en las elecciones al ganar por 23 puntos porcentuales, por lo que su popularidad tenía que ser considerable.

Nunca como este viernes y el fin de semana, van a coincidir tantos partidarios y detractores del nuevo presidente. Está previsto un total de 99 manifestaciones, la mayoría de protesta y cincuenta congresistas demócratas no asistirán a la toma de posesión, mientras que los grupos de apoyo a Trump, se dedicarán preferentemente a festejar, por ahora.

¿Otro caudillo más?

Hugo Chávez, Fidel Castro, Evo Morales, Cristina Fernández, Lula Dasilva y otros. En América Latina, los líderes políticos autoritarios y carismáticos han estadoa la orden del día. Pero que ahora llegue, precisamente, un populista de derecha a la Presidencia de EE.UU. para continuar esta tradición, podría sentar un precedente negativo para la región y para América Latina.

"El paralelismo entre Trump y el ex Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, no es tan absurdo", dice Oliver Stuenkel, Profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Fundación Getulio Vargas, en Sao Paulo. Las ideas políticas de Trump y su lenguaje, con el que califica a la oposición como antipatriota o traidora, son "desde hace tiempo parte del vocabulario político en América Latina".

Con su programa proteccionista, Trump podría romper un acuerdo tácito entre América Latina y EE.UU.. Millones de latinoamericanos envían a sus familiares remesas producto de  arduo trabajo y diversas empresas estadounidenses venden sus productos en América Latina.

Si Washington bloquea con un muro la inmigración proveniente del sur y forza la deportación de inmigrantes ilegales, la región podría perder una válvula social, mientras que EE.UU. se vería privado de uno de sus mercados principales y lucrativos.

No solo políticamente, sino también desde el punto de vista económico, América Latina es una región de importancia estratégica para EE.UU. Una quinta parte del comercio exterior total estadounidense se realiza con los países de América Latina. Según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región está aún por debajo de Asia como socio comercial de EE.UU., pero aún supera a Europa (17%).

Entre México, miembro de la zona de libre comercio en América del Norte y el resto de la región, la diferencia con la Administración Trump será notable. En 2016, el comercio de América de Sur y Centroamérica con EE.UU. sumó 222.000 millones de dólares, mientras que el intercambio de productos con México alcanzó un volumen de 480.000 millones de dólares; es decir, más del doble.

Comienza una nueva era en todas las dimensiones de la vida sociopolítica en los EE.UU. Y también puede comenzar una nueva guerra fría, al estrechar una extraña alianza con Rusia y una guerra comercial con China.

De hecho, Trump ha informado esta semana que enseguida asuma el cargo, firmara los cuatro decretos rectores de su gestión. Esperemos que el talante democratizador de los estadounidenses cree posibilidades de cambio. De lo contrario, también el Macartismo puede volver a la escena.

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