Jorge Enrique Robledo

Por Jorge Enrique Robledo*.- Dignidad es un nuevo partido político constituido en Colombia, fruto, de una parte, de la escisión legal (Ley 1475 del 2011) que acordamos en el Polo Democrático Alternativo para que unas tendencias nos retiráramos de esa organización. Y de la otra, de la convergencia en Dignidad de dirigentes y sectores con orígenes diferentes al Polo, unidos sobre un programa y unas normas estatutarias de carácter amplio y democrático, para promover los cambios que requiere el progreso de Colombia.

Dignidad es un proyecto democrático en el que tienen cabida, porque hay bases ciertas para las coincidencias, sectores populares, clases medias y empresarios del campo y la ciudad, con independencia de sus orígenes políticos. Dignidad además auspicia un Gran Pacto Nacional que promueva en serio el avance del país, con más fuentes de empleo, ingreso y riqueza, a partir de defender y estimular la industria y el agro, bases insustituibles de todo progreso. Y está porque Colombia se relacione con los demás países, orientados por los criterios de la ONU del beneficio recíproco.

Dignidad señala que la muy profunda crisis nacional no empezó con la pandemia, aunque esta la agravó, sino que venía de atrás, producto de muchos años de medidas económicas, sociales y políticas tan equivocadas que hasta se ha desperdiciado –esta es la palabra– el inmenso potencial de desarrollo que tiene Colombia, dada la riqueza de nuestro territorio y la inteligencia, creatividad y capacidad de trabajo de los colombianos. Cuánto mayor sería el progreso nacional, similar al de las naciones más avanzadas, si el país hubiera sido bien gobernado. Y esta crítica se hace en términos de las posibilidades de la economía de mercado, porque Dignidad no se propone estatizar la economía nacional.

En Dignidad también nos une la idea de que este país sí tiene arreglo, sí puede recorrer el camino de los países que no sufren, como Colombia, por sus altos niveles de subdesarrollo y atraso productivo, desempleo, pobreza, desigualdad social, corrupción y violencia, además de sus notables carencias en ciencia, educación y cultura, salud y ambiente, entre otros problemas. Dignidad defiende a mujeres, jóvenes, indígenas, comunidades negras, LGBTI y demás sectores discriminados, maltratados y hasta asesinados. Y Dignidad no comparte que “en política todo vale”, con lo que algunos justifican reemplazar la democracia por la partidocracia.

Dignidad también está por las mejores condiciones laborales de los trabajadores y los empleados y porque el Estado respete la norma constitucional que garantiza la movilización civilizada y pacífica. Rechaza el uso de toda violencia para tramitar las diferencias entre los colombianos y promueve el monopolio del Estado sobre la fuerza, monopolio que debe ejercerse respetando las leyes y los derechos ciudadanos.

Dignidad es una organización sin propietario, en la que cada afiliado y directivo tiene derecho a un voto, con el que decide con total libertad. Llegado el momento, Dignidad decidirá sobre su candidato presidencial para el 2022, sus listas al Congreso y las convergencias en las que pueda participar en esos comicios. En el corto plazo elegirá y realizará su Primer Congreso Nacional, dándole estabilidad a sus normas y directivas. En Dignidad no ignoramos lo lento y complejo de decidir en democracia, pero sabemos que es lo mejor para el país.

Dignidad ya le solicitó al Consejo Nacional Electoral el reconocimiento de los derechos plenos de los partidos políticos, incluida la personaría jurídica.

La decisión colegiada de llamar Dignidad a este partido –una idea fuerza en la que Carlos Gaviria tanto insistió– se explica como una crítica y una aspiración democrática. Porque las muy duras y mediocres condiciones nacionales les han menoscabado la dignidad a muchos compatriotas y al propio país como un todo y porque busca que se tomen los correctivos necesarios para que la dignidad de las personas y la de nuestra querida Colombia se realicen a plenitud, dentro del norte de construir un país en el que el sol brille para todos.

Bogotá, 6 de noviembre de 2020

*Senador de Colombia

@JERobledo

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Jairo Gómez

Por Jairo Gómez*.- Nada se puede esperar de un Congreso que en los tres primeros años de esta legislatura que corre ha tenido como presidentes al bachiller Marcías; a Lidio, el “cantante vallenato”; y al comerciante Char, cuyo único objetivo en la vida es sacar al Junior campeón.   

Ese es el Congreso que tenemos, amén de una Cámara de Representantes cuyas pírricas mayorías capitulan sin resistencia alguna a cambio de un buen plato de lentejas.

De ese talante es el Congreso que, dominado por una ideología doctrinaria de derecha, diría fascista, está haciendo trizas el Acuerdo de Paz; decidió ahogar la  JEP financieramente quitándole recursos para su funcionamiento; aprobó, a puerta cerrada en el ministerio de Hacienda, un Presupuesto General de la Nación para la guerra; aprobará la ampliación del IVA a todos los productos de la canasta familiar; enterró los derechos de las minorías parlamentarias para invocar la moción de censura y que, envalentonado en su propia soberbia, encarna esa furia corrupta que, violando la Constitución Política, decidió silenciar a los opositores de un ministro de Defensa inepto e incapaz de responder las serias acusaciones que pesan sobre la Fuerza Pública y su gestión al frente de esa cartera.  

Este congreso de hoy, salvo los parlamentarios de las fuerzas alternativas y democráticas independientes, está lleno de oradores provincianos, ridículos y patéticos arribistas; de pequeños varones electorales de pacotilla; de mediocres y repugnantes fariseos que han hecho de la política un negocio personal para crecer la chequera y las cuentas bancarias.

Sin duda, en ese congreso de mayorías pírricas se devela una armonía interna entre el impulso del gobierno de querer extirpar el Acuerdo de Paz, eliminar la JEP, pero además aprobar nuevos impuestos para destripar a las clases bajas y medias e inventarse una draconiana ley de reforma a la salud que busca crear un oligopolio de EPS sin resolver el daño estructural que padece el sector y que evidenció la pandemia. Ese es el Congreso que debemos extirpar. Como en Chile, a los colombianos nos llegó la oportunidad de cambiarlo.

Qué mejor razón para que pensemos en un cambio radical de la actual estructura parlamentaria eligiendo en el 2022 congresistas independientes, autónomos, comprometidos con el futuro del país, consciente de construir una sociedad moderna con igual de oportunidades para las nuevas generaciones, en donde la meritocracia sea ejemplar y se permita llegar a las instancias institucionales a gobernar y administrar la cosa pública; ese Congreso que erradique de tajo la herencia en el poder, los compromisos subyacentes con el poder económico y gremial, que abone el camino para la reconciliación e implemente en toda su dimensión el acuerdo de paz y propicie en los jóvenes la idea de que ellos son el futuro de la nación. 

Chile lo hizo: con un abrumador 78 por ciento de los votos los ciudadanos enterraron la pesada y maldita herencia del fascista dictador Pinochet. Bolivia reeligió la izquierda de Evo Morales y puso de presidente al que dijo el Indio, pero además reeligió al Movimiento al Socialismo con una mayoría parlamentaria que le permitirá seguir el sendero de robustecer la democracia.

Por fortuna la nuevas generaciones, esas que en los últimos años entraron a engrosar el padrón electoral, hoy piensan distinto, no comen del engaño que propician los tradicionales medios de comunicación y, como en Chile, han hecho de las redes sociales el más eficaz instrumento para informarse, para movilizarse al servicio del necesario cambio;  esa fuerza vital de los jóvenes que es el motor para construir una nueva realidad tendría éxito si la unidad del centro y la izquierda se materializa, puede sonar a cliché pero es verdad. No podemos seguir eligiendo a nuestros propios verdugos. ¡OJO AL 2022!

Bogotá, D. C, 4 de noviembre de 2020

Periodista. Analista Político.

@jairotevi

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Gabriel Ortiz

Por Gabriel Ortiz*.- Las elecciones en Estados Unidos se convirtieron en el mejor laboratorio para los colombianos que quieren perpetuarse en el poder bajo la batuta de un expresidente y las acostumbradas jugaditas de sus seguidores.

Tump se la quedó debiendo a Palomas, Cabales, bachilleres, Pachos y demás fabricantes de enredos que espantan con izquierdas, Maduros y progresistas a los desinformados seguidores de “ñeñerías” y “cayitoprácticas”.

El hasta ahora Presidente gringo, está plenamente convencido de que el desaforado trabajo uribista durante su campaña, le aportó los 27 votos del Estado de la Florida, porque espantó a colombianos e hispanos con la llegada a USA de un Biden repleto de castrochavismo. Eso los hizo salir en estampida el martes 3 a votar por Trump, el deportador, el humillante, el constructor de muros, el que tanto desprecia a los inmigrantes. Veían desfilar por Ocean Drive y Brikell el fantasma de un barbudo y maloliente gobernador que los perseguía con la “migra” para robarles sus hijos y enviarlos de regreso al sur del rio Bravo. Se veían a bordo de una rudimentaria canoa rumbo al Cauca, Tumaco, magdalena medio, o a Venezuela. Olvidaron las razones por las cuales partieron hacia Miami, legal o ilegalmente, en busca del sueño americano.

La dirigencia uribista, acompañada por funcionarios gubernamentales, pagados con los impuestos de los colombianos, aún residentes en su patria, vociferaron en Miami y La Florida por Trump; y hasta le enseñaron a pronunciar palabras como Petro,  castrochavismo, socialismo y democracia.

Aunque aún se desconocen los resultados electorales y los fallos a las demandas de Trump, el uribismo está listo, entrenado y afilado, para salvarlo allá en el norte, mientras en Colombia apedreará la paz, la anticorrupción y la ejecución de hechos revelados por “Cayita” en sus conversaciones telefónicas, que hicieron avergonzar al exsenador con el presidente Duque.

Con ese entrenamiento se maniobrará la especie de reforma constitucional que el exsenador propone para establecer en Colombia una justicia a su medida.

El miedo y el engaño harán parte del escudo para su mano firme y el corazón grande. Superaron a Trump en la mentira. Fake news fueron fundamentales en la campaña que terminó el 3 de noviembre. Se contabilizaban por centenares Las falsedades, falacias y patrañas que  justificaban y respaldaban sus tenebrosos discursos, tuits y declaraciones, a las que el mandatario, aconsejado por el uribismo, agregaba fuertes dosis de susto, temor, pánico, espanto y pavor.

Ese será nuestro destino con “ojo al 22”, que ya inició Uribe con los aventajados expertos que se graduaron en La Florida.

Las jugaditas, las maniobras, el irrespeto y el canguelo, ya están aquí.

La campaña del 22 empezó.

BLANCO: La petición de la Procuraduría al Consejo de Estado para anular decretos sobre fracking. El daño ambiental es irreversible.

NEGRO: Las Farc confesaron el atentado contra Germán Vargas Lleras, al  igual que el asesinato del líder Álvaro Gómez, cometido hace 25 años. ¡Qué guerra sufrimos!

Bogotá, D. C, 6 de noviembre de 2020

*Periodista. Exdirector del Noticiero Nacional, Telematinal y Notisuper.

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Víctor G Ricardo

Por Víctor G. Ricardo*.- El coronavirus continúa, los nuevos contagios han bajado pero en los últimos días también se ha visto un repunte. Los fallecidos como consecuencia del mismo también han disminuido, pero si no nos cuidamos, ambas cifras pueden aumentar.

Las aglomeraciones son el mayor peligro y no se puede pensar que porque se puede salir todo pasó. La gente se queja por las circunstancias que estamos viviendo y hasta comentan que mientras a nosotros nos ha tocado vivir esta pandemia, los abuelos vivieron sin mayores dificultades en la vida, pero no se dan cuenta que a los que les ha tocado las menores dificultades es a los jóvenes.

Por eso es importante recordar todo lo que vivieron nuestros abuelos o tatarabuelos.

Hace 104 años, cuando un ser humano tenía entre 14 a 18 años, les tocó vivir la priemera guerra mundial que tuvo como resultado además de la destrucción de muchos lugares, veintidós millones de muertos y poco después se presentó la una pandemia llamada la gripe española que dejó cincuenta millones de muertos.

Cuando las personas tenían 29 años se vino la peor crisis económica del mundo, se derrumbó la bolsa de New York y se incrementó a cifras inimaginables la inflación, el desempleo y por tanto el hambre.

Cuando las personas tenían treinta y seis años se presentó la guerra civil española, tres años después la segunda guerra mundial, el holocausto con la muerte de seis millones de judíos y trece años más tarde se desata la guerra de Corea y Vietnam.

En el caso colombiano además debemos agregarle la guerra que tuvimos con el Perú, la guerra entre liberales y conservadores en la que se mataban unos con otros por el solo hecho de pertenecer a un partido, el conflicto de más de sesenta años con las guerrillas colombianas como las Farc, el Eln, el M19, el Quintín lame, el Epl y algunas otras, ya que en nuestro país ha tenido influencia las distintas vertientes ideológicas, como la revolución cubana, la China, la liberación indígena, entre otras.

Y la peor que hemos vivido que es el narcotráfico y la corrupción. Un niño que nació en los 80 piensa que los abuelos no tienen ni idea de lo difícil que es la vida hoy, pero la mayoría de ellos han sobrevivido a varias guerras y catástrofes. Hoy tenemos todas las comodidades en la mayoría de países, con un mundo moderno,  y se presenta la pandemia del coronavirus, que hasta ahora muchos vivimos o conocemos y la gente se queja porque hemos estado en cuarentenas en nuestras casas para que el virus no se propague;  pero en sus casas tienen electricidad, teléfono, comida, viviendas con techos sólidos, agua caliente, etc.  Nada de esto existía en muchos de la 120 años anteriores; sin embargo la humanidad sobrevivió y nunca perdió su alegría de vivir y menos pensó en organizar protestas donde la violencia destruyera lo bienes que son de todos.

Hoy nos quejamos porque tenemos que usar tapabocas para estar en reuniones o entrar a los supermercados, cuando deberíamos entender que es así que podemos evitar contagiarnos del coronavirus y así podemos estar seguros de salvarnos.

Bogotá, 6 de noviembre de 2020

*Excomisionado de Paz

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José G Hernández

Por José G. Hernández*.- Como el sistema vigente en Colombia para la elección de presidente y vicepresidente de la República es directo -es decir, los votos de los ciudadanos inciden directamente en la definición correspondiente-, no es fácil para muchos en nuestro país entender lo que está pasando en los Estados Unidos, ni la razón para que todavía no se haya producido una decisión oficial, pese a la votación de este 3 de noviembre.

En el sistema estadounidense, a la luz de la Constitución, complementada por una ley de 1845, los ciudadanos no votan directamente por presidente y vicepresidente, ni se contabiliza ese voto ciudadano para los efectos de establecer quiénes resultaron elegidos. Los ciudadanos, en cada uno de los Estados, eligen a los miembros del Colegio Electoral -538 miembros-, y es el Colegio Electoral el que elige presidente y vicepresidente de los Estados Unidos. Un candidato necesita, para ser elegido, la mitad más uno de los votos de los compromisarios escogidos en las elecciones, es decir, 270.

El total de integrantes del Colegio Electoral es de 538, 435 a nombre de la Cámara de representantes y 100 a nombre del Senado -dos por cada Estado-, a los cuales se suman tres por el Distrito de Columbia, en que está ubicada la ciudad capital, Washington.

Puerto Rico no goza de los derechos políticos de los Estados, pues corresponde a la figura del Estado Libre Asociado, y, en consecuencia, sus ciudadanos no votan para elegir presidente y vicepresidente de los Estados Unidos.

Ahora bien, ya en lo relacionado con la elección por parte del Colegio, cada Estado se encuentra representado por cierto número de electores, según el censo de población.

Los ciudadanos en cada Estado eligen un cierto número de integrantes del Colegio Electoral, quienes, a su vez, representan con sus votos a dicho Estado. No todos los Estados eligen el mismo número de compromisarios. Los electores escogidos por mayoría de votos populares en cada Estado votan en el mismo sentido -por el candidato que haya resultado triunfador, según el voto popular en ese Estado-.

Así que no alcanza la presidencia el ciudadano que obtiene mayor número de votos ciudadanos, como sí ocurre en Colombia, sino el que triunfa en los Estados que postulan el mayor número de integrantes del Colegio Electoral en tal forma que ese número pase de los mencionados 270 votos colegiados.

Importa destacar que, salvo en el caso de Maine y Nebraska, en todos los demás Estados la totalidad de los electores depositarán sus votos en el Colegio Electoral por el mismo aspirante presidencial y su fórmula. En otros términos, tales votos apoyan al candidato presidencial que haya ganado por mayoría absoluta (mitad más uno) en el Estado al que representan. En Maine y Nebraska los compromisarios votan en el Colegio de manera que se refleje, de manera proporcional, la votación por los candidatos en su Estado.

Este complejo sistema viene siendo criticado en los Estados Unidos. Algunos lo consideran contrario a la democracia, pues se presta para que ocurra lo de 2016, cuando ganó Donald Trump, aunque en el voto ciudadano triunfó -y no por pocos votos- Hilary Clinton.

Veremos lo que pase ahora.

Bogotá, D. C, 4 de noviembre de 2020

*Expresidente de la Corte Constitucional

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Guillermo García Realpe

Por Guillermo García Realpe*.- El posible retorno de las fumigaciones con glifosato ha vuelto a revivir el debate nacional sobre la conveniencia o no de usar este químico como mecanismo de combate al narcotráfico, sin lugar a dudas, el tema genera voces a favor y en contra por lo que este relevante tema representa para el país. 

En el caso nuestro, como defensor de la vida, del ambiente, de nuestra biodiversidad, hemos manifestado siempre nuestra oposición a las aspersiones aéreas porque estamos seguros que este herbicida no es la salida para enfrentar ese flagelo tan dañino, tan perverso y tan gigante como lo es el narcotráfico. 

En primer lugar, el glifosato es un instrumento absolutamente ineficiente, costoso, y que deja mucha más pobreza y que puede promover los fenómenos de la resiembra, y eso está más que verificado. Pero hacer oposición al uso del glifosato para combatir los cultivos ilícitos, no nos hace defensores del narcotráfico, por el contrario. Estamos contra el narcotráfico de manera clara y rotunda, estamos contra la presencia de los cultivos de uso ilícito, estamos diferenciándonos es cómo combatimos ese flagelo de manera integral y cómo, no únicamente basamos la estrategia simplista del gobierno nacional en manifestar que los cultivos de uso ilícito son los únicos responsables de los problemas del país o son los únicos responsables de toda la cadena de narcotráfico o que las fumigaciones son la única solución. Estamos contra esta solución simplista que ha presentado el gobierno nacional. 

Ahora bien, los campesinos no son culpables de este flagelo, grandes líderes del país han caído a manos del narcotráfico, grandes carteles se han enquistado en el Estado colombiano y hoy están echándole la culpa a nuestros campesinos de ser los principales responsables. Los campesinos, los indígenas y los afros, antes de ser responsables, son víctimas del narcotráfico, de los carteles y victimas de su necesidad de su falta de ingresos, de capacidad económica, social y por eso les toca adoptar esta conducta de subsistencia para su familia. 

Entonces, si esto no se resuelve, va a hacer imposible sacar a los territorios de esta crisis, lo que pasa es que el gobierno no ayuda mucho. Por ejemplo, Nariño es el segundo departamento, después de Norte de Santander con más siembra de coca, es una economía de subsistencia, una economía que tienen que asumir para poder sobrellevar su vida, esto se convierte en una opción obligada por el abandono del Estado, en Nariño aproximadamente 50 mil familias están vinculadas, lo que representan 200 mil personas que constituyen el 10% de la población del departamento. 

En el PNIS se inscribieron 30 mil familias, pero solo resultaron beneficiadas 17 mil y de esta cifra, sólo el 50% ha recibido una ayuda mensual, pero como la cifra lo indica, quedaron por fuera más de 30 mil familias vinculadas a la economía ilegal en Nariño. 

Lo que demuestra que no hay voluntad de brindarle al campesino una alternativa de ingresos, de sostenibilidad y seguridad alimentaria, por el contrario, lo que se hace es prologar en el tiempo sus dificultades como se ha demostrado en 30 años con este mecanismo ineficiente, que también prolonga las circunstancias del conflicto por la presencia de grupos armados ilegales, que se dedican a explotar y a acosar, amenazar y matar a los campesinos de las zonas con presencia de cultivos ilícitos. 

Eso en el componente social, y ni qué decir del tema ambiental. Por eso, para evitar un gravísimo daño a las aguas, los bosques, la fauna, la flora, a la biodiversidad, a los polinizadores, al hombre, ese instrumento no debe ser la salida al grave problema del narcotráfico. 

Ya se ha confirmado que el glifosato, es un instrumento ineficiente, las fumigaciones no demuestran efectividad económica, ni social, ni como instrumento de combate al narcotráfico, porque es evidente lo perjudicial, como lo han manifestado muchos estudios, en los campos de salud, social y ambiental, por citar solo algunos. 

En lo económico, para sacar efectivamente una hectárea de cultivos de uso ilícito tiene que fumigarse 33 veces, en cambio, cuando hay programas de sustitución como los ha habido y que vinieron funcionando gran parte en el gobierno pasado e inicios de este gobierno, pues la resiembra es de menos del 1%, entonces para fumigar una sola hectárea, el costo promedio es de 2 millones 300 mil pesos, pero como hay que fumigar 33 veces para sacar una hectárea de producción, eso equivale a más de $70 millones, con esos recursos se puede atender a más de dos o tres familias campesinas con programas y proyectos legales y rentables. 

Lo que estamos diciéndole entonces al gobierno nacional es que nos oponemos a este mecanismo porque definitivamente no llegamos a la sustitución efectivamente y no promovemos una economía legal y rentable y por otro lado los temas de salud, como cáncer, los abortos, los problemas respiratorios y dermatológicos según investigaciones científicas se incrementan como consecuencia del herbicida. 

Es por eso que en el Congreso cursa el proyecto de ley 120/2020, con el apoyo de múltiples sectores, de diversas bancadas, aún no se le da trámite porque primero estamos adelantando una serie de audiencias públicas para recoger la voz de expertos, investigadores, ambientalistas, líderes sociales de las regiones y congresistas para enriquecer el debate. Por lo pronto, en días recientes en la Comisión Quinta realizamos la primera de tres audiencias para analizar los impactos en el componente ambiental del glifosato, lo propio haremos en las próximas semanas para analizar las implicaciones en el tema de salud, económico y social. Surtido este proceso, iniciaremos el debate amplio, riguroso y con todas las garantías para decidir sobre este complejo, pero importante tema.

Bogotá, D. C, 4 de noviembre de 2020

*Presidente de la Comisión V del Senado

@GGarciaRealpe

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José Félix Lafaurie Rivera

Por: José Félix Lafaurie Rivera*.- Lo que era imprevisible en América Latina; lo que no podía pasar…, pasó. Su economía más estable, el país con los más altos niveles de bienestar, miembro de la OCDE desde 2010, con un PIB per cápita en 2019 de cerca de 14.900 dólares, el cual, para referencia de los lectores, es más del doble del nuestro, de apenas 6.432 dólares; Chile, el “de mostrar”, fue presa, a finales de 2019, del “Estallido social”, que no es sino un eufemismo para la vorágine de violencia orquestada que recorre el mundo tratando de “socializarlo”.

En esta parte del continente la dirección oculta de esa orquesta estuvo a cargo del Foro de Sao Paulo (1990), que hoy renace con cara lavada bajo el nombre de “Grupo de Puebla” (2019), ciudad donde nació también –qué casualidad– el “Documento de Puebla” (1979), el manifiesto de la “Teología de la Liberación”, por la que se hizo matar Camilo Torres en 1966 y en la cual militaron el “cura Pérez”, comandante del ELN en los 80, y su compatriota Domingo Laín, en cuyo nombre todavía cometen los elenos toda suerte de atrocidades.

¿Qué pasó en Chile? ¿Por qué un aumento en las tarifas de transporte en octubre de 2019 terminó en un “borrón y cuenta nueva” constitucional sin participación del actual Congreso, como ya ordenó el pueblo en el plebiscito con una aplastante mayoría de más de 7 millones de votos?

¿Cuál es el problema con la Constitución? Sencillo. Su único problema es haber sido expedida durante la dictadura, lo que la hace “ilegítima” para la izquierda y para muchos “centristas” –en todas partes se cuecen habas–, aunque los llamados “enclaves autoritarios” que limitaban el quehacer político hayan sido eliminados en 1989 y 2005.

El problema es la concepción de economía de mercado y democracia liberal que la inspira, de “Estado subsidiario”, es decir, del Estado que no se mete en todo y le abre puertas a la iniciativa privada con debidos controles, inclusive en los temas sensibles de salud y educación, algo que aborrece la concepción estatista de la izquierda, que prefiere un Estado metido en todo, aunque en todo sea paradigma de ineficiencia y corrupción.

Hacia allá apunta la protesta callejera violenta: educación exclusivamente pública y gratuita; salud exclusivamente pública y gratuita, pensión universal a costillas del Estado y salario mínimo universal a costillas del Estado, objetivos deseables pero imposibles, populistas, inclusive para economías boyantes.

Hacia ese populismo costoso se orientó Piñera con la “Nueva Agenda Social”, una serie de medidas adoptadas bajo la presión extorsiva de la violencia y acompañadas de un “mea culpa” injustificado que se percibió más como debilidad. Un sacrificio fiscal inmenso en plena pandemia, que no fue suficiente para la izquierda, pues de lo que se trataba no era de pedir, sino de “rebarajar” para inducir el cambio hacia el progresismo.

Así es; Chile dio un peligroso salto al vacío en medio de esa idea de que “El cambio es el progresismo”, la cual –adivinen– es el eslogan del Grupo de Puebla, que ni dictado por Petro, quien, curiosamente, no registra entre sus fundadores.

Una nota final. Durante décadas el país “de mostrar” en Latinoamérica era Venezuela, destronado hasta 1998 del primer puesto en PIB per cápita. Hoy es el cuarto más pobre de la región, superando apenas a Honduras, Nicaragua y Haití, todo gracias al Socialismo Bolivariano “progresista”.

Son muchas lecciones. Hoy asusta Chile y asusta también Colombia, si no logramos aglutinar los valores de la economía de mercado y la democracia liberal, de cara a las elecciones de 2022.

Bogotá, D. C, 1 de noviembre de 2020

*Presidente de FEDEGAN

@jflafaurie

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Mauricio Cabrera Galvis

Por Mauricio Cabrera Galvis*.- Se supone que los libros de terror pertenecen al género de ficción, es decir que cuentan historias imaginadas y construidas con maestría para asustar por un rato a los lectores. Pero, confirmando aquello de que la realidad supera a la ficción, resulta que un informe científico, con hechos y datos evidentes, puede ser el libro de terror más asustador de este año, con la enorme diferencia de que es un susto que no desaparece cuando se termina de leer, sino que permanece y crece.

El informe es la “Cuarta Evaluación Nacional del Clima” (https://nca2018.globalchange.gov), un texto de 1700 páginas producido por científicos de 13 agencias del gobierno estadounidense encargadas de hacer seguimiento a los temas del medio ambiente y el clima. Por mandato legal desde los años 90 deben presentar este informe al Congreso y al Presidente, y esta es la cuarta vez que lo hacen.

Los hechos en que se fundamenta el informe son incuestionables: en el último siglo la temperatura de la Tierra ha subido más de 1 °C y cada vez son más intensos y frecuentes los fenómenos naturales como huracanes, incendios forestales, inundaciones o sequías.

Acorde con esta explicación, las proyecciones para el final de este siglo estiman que la temperatura global puede llegar a incrementarse hasta 5°C si no se controla la emisión de gases de invernadero, e inclusive si se cumplieran las metas y compromisos del Acuerdo de París, habría un aumento de 2 °C. Por lo tanto continuarán procesos como el calentamiento y acidificación de los océanos, con la consecuente subida del nivel del mar, el deshielo de glaciares y la reducción de las lluvias, o más poderosos y frecuentes huracanes.

Estos hechos y pronósticos son bien conocidos. Lo aterrador del informe es la cuantificación económica y social de sus consecuencias. En el escenario de no reducción de emisiones, los Estados Unidos podrían perder hasta el 10% de su PIB. No hay estimaciones para otros países, pero las pérdidas serian similares e incluso más graves en aquellos que no tienen tantos recursos para mitigar o compensar los efectos del cambio climático.

En casi todos los sectores de la economía habría pérdidas enormes. Por supuesto en el agropecuario, donde las cosechas de maíz, trigo o soya se reducirían hasta en un 25%, y el calor afectaría la producción de leche y carne vacuna. La situación más aguda se presentaría en todos los sectores que viven del mar, pues la acidificación reduciría la población de peces, camarones, ostras y todas las fuentes de comida marina; además el aumento del nivel del mar inundaría poblaciones completas y afectaría la industria del turismo.

Otro canal de impacto sería la salud: se multiplicarían los problemas respiratorios y los digestivos por la contaminación de la comida del mar; oleadas de calor y frio aumentarían los muertos y disminuirían las horas trabajadas; insectos transmisores de enfermedades tropicales llegaría a zonas hasta ahora inmunes.

Lo que hace más terrorífico el informe es constatar que muchas de sus afirmaciones no son solo pronósticos de lo que puede llegar a ocurrir, sino que ya son realidad. El Apocalipsis ambiental ya ha comenzado.

Bogotá, D. C, 1 de noviembre de 2020

*Filósofo y Economista. Consultor.

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Juan Camilo Restrepo

Por Juan Camilo Restrepo*.- La muerte del guerrillero Uriel, a manos de las fuerzas de seguridad e inteligencia del Estado, suscita varias reflexiones:

En primer lugar, hay que comenzar por felicitar de manera entusiasta a las fuerzas de seguridad por este importante golpe. Fueron precisamente golpes repetidos como éste los que hicieron posible la mesa de negociaciones de la Habana con las Farc. Las acciones exitosas contra las cabezas del ELN habían estado especialmente pobres últimamente. Por eso la arrogancia y la renuencia de este grupo a avenirse con un proceso de paz negociada. Solo la presión militar fuerte y constante, como la que condujo a la baja a Uriel, es lo que termina convenciendo a grupos como el ELN que es mejor la paz que la guerra.

En segundo lugar, el frente occidental del ELN -aliado muy cercado del frente oriental comandado por alias Pablito- ha sido históricamente uno de los mayores enemigos al interior del ELN de los diálogos de paz. De hecho, durante las conversaciones que se desarrollaron en el Ecuador en 2017, cuyos pormenores relato en mi libro “Diálogos de Cachapamba”, el frente eleno del Chocó fue el que se manifestó siempre más reacio a la búsqueda de la paz por la vía negociada. Es un grupo pequeño en contingentes militares pero altamente agresivos, que ha encontrado capacidad financiera a través del narcotráfico.

Los fundadores del ELN fueron contrarios en sus orígenes a que el ELN se inmiscuyera en negocios del narcotráfico. El frente occidental del que Uriel era el tercero en mando, en ocasiones tomó inesperadas vocerías urbanas como sucedió con los disturbios de Bogotá el pasado mes de septiembre o el atentado a la escuela de cadetes general Santander. Este frente entró también con intensidad al negocio del narcotráfico dada su ubicación en el corredor que conduce a las costas pacíficas, lo que le permite tener un papel predominante en el trasiego de alcaloides.

A pesar de ser el del Chocó uno de los frentes más nuevos del ELN, las frecuentes y altisonantes declaraciones de Uriel y su afán enfermizo por los medios de comunicación y las redes sociales, le llevó a dar una dimensión de su importancia ante la opinión pública desproporcionada ante su real peso militar. Estaba también muy involucrado en el secuestro y en el reclutamiento de contingentes subversivos urbanos.

Por último, hay que mencionar que el frente occidental del ELN se caracteriza por su ferocidad para con la población civil no combatiente de esta azotada región de la patria. Gran parte de los desplazamientos (claramente reñidos con el derecho internacional humanitario de la población indígena del Chocó, y la siembra de artefactos explosivos antipersonales como ha sucedido en la población de Riosucio) son atribuibles a las luchas que contra otros grupos mafiosos comprometidos también en el tráfico de la droga libra el ELN en los corredores terrestres y fluviales del sufrido territorio del chocoano.

El haber dado de baja al arrogante Uriel debe ser interpretado apenas como el comienzo- no el final- de las acciones represivas de las fuerzas militares que se esperan de nuestras fuerzas. Es necesario que otros golpes ojalá de igual jerarquía se repitan contra las cabezas de esa guerrilla en todos los territorios donde opera este grupo alzado en armas. Estos cabecillas muy probablemente (los que queden al menos en Colombia) se van a replegar hacia Venezuela bajo el ala protectora de Maduro. Pero la pelea deben seguirla dando nuestras fuerzas legítimas con toda contundencia. Es la única manera de hacer entender al ELN que no existe futuro para un grupo alzado en armas que practica un irrespeto permanente del derecho internacional humanitario. Y que de seguir las cosas como van definitivamente los dejará el tren de la historia.

Bogotá, D. C, 1 de noviembre de 2020

*Abogado y Economista. Exministro de Estado.

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Amylkar D Acosta M

Por Amylkar D. Acosta M* “El arte es largo y la vida es breve” : Goethe.                                                                                                                      No resistí la tentación de pergeñar estas dos cuartillas para compartir con mis lectores unas reflexiones y disquisiciones a propósito de los años, la edad y el paso del tiempo, ahora que arribo a mis primeros 70. Bien dice el cantautor vallenato Jorge Oñate que “bonita es la vida cuando uno está niño y cuando uno está niño quiere crecer ligero”, para después, con el paso de los años, añorar aquellos años mozos cargados de sueños e ilusiones sin límites ni barreras.

Esta es la contradicción que embarga a los humanos y que se repite en la edad provecta, que, al decir de Rodolfo V. Talice, en su magistral obra El arte de vivir intensamente 100 años, “el hombre la detesta, aunque parádojalmente se obstine en alcanzarla, por que ve en ella la imagen de su cruel despojamiento”. Entonces es cuando nos percatamos de la idea copernicana de que no es el tiempo el que pasa, somos nosotros los que pasamos mientras el tiempo permanece impertérrito.

No obstante, viéndolo bien, no hay motivos para detestar la vejez y mucho menos para rehuirla, pues nacemos a la vida para llenarla y darle sentido y contenido. Con ella viene la paciencia, la madurez de juicio, el mayor conocimiento y la mayor capacidad de discernimiento, coadyuvante imprescindible a la hora de la toma de decisiones trascendentes y trascendentales. Este es el estadio de la vida que se ve compensado y recompensado con la inteligencia madura, aquella que está más cerca de la sabiduría. De allí el aprecio que tienen los pueblos indígenas por los ancianos de la tribu, por ser ellos portadores de los saberes ancestrales.

Coincido con nuestro laureado premio Nobel de la literatura Gabriel García Márquez en que uno nunca debe pensar “en la edad como en una gotera en el techo que le indica a uno la cantidad de vida que le va quedando”. Y más aún cuando remata diciendo que “la edad no es la que uno tiene, sino la que uno siente”. Al fin y al cabo, como afirma el gran pensador español José Ortega y Gasset, “la vida no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser”.

Es muy triste llegar a la cima de los años, cuando estos se han desperdiciado inútilmente en naderías; pero es muy satisfactorio, cuando se ha tomado la vida como misión y no como carrera, pues en concepto de Ortega y Gasset  “vivir implica tener una misión, en la medida en que se evite luchar por un propósito valioso, la vida será vacía”. Cuanto más cuando ese propósito ha sido “aprender a seguir aprendiendo, a hacer del aprendizaje”, como lo hizo Thomas Huzley, “una forma de vida, tal vez la mejor forma de todas las vidas posibles”. Justo este año completo 45 años ininterrumpidos dedicados a la docencia y a la investigación universitaria, después de los cuales he llegado a la conclusión de que lo que a uno le queda mejor aprendido es aquello que enseña!

Bien se ha dicho que, por definición, el verdadero académico es “no sólo aquel que necesita de los libros, quien suspira por ellos, sino aquel a quien una sola idea, por elemental que sea, ordena y compromete la vida”. Y este es mi caso, las ideas con las que comulgo y he comulgado han ordenado y comprometido mi vida, pues siempre he militado en ellas, procurando siempre que guarde coherencia y rime lo que pienso con lo que hago, con lo que digo y lo que escribo, que siempre llevan la impronta de mis propias convicciones. Definitivamente nadie envejece por vivir un mayor número de años que sus coetáneos; las personas envejecen cuando abandonan sus ideales!

Eso sí, respetando y tolerando las ideas y las opiniones ejenas, por antagónicas que sean con las mías, pues estoy tan convencido como el Poeta cantor Joan Manuel Serrat que “lo que más enriquece el pensamiento de uno es la pluralidad de pensamiento de los demás”.

Finalmente, como buen guajiro, mi totem es el cardón, el mismo al que nuestro juglar Leandro Díaz le compuso una de sus más hermosas composiciones, la que a la letra dice : “yo soy el cardón guajiro, que no marchita el sol…el cardón en tierra mala ningún tiempo lo derriba. En cambio en tierra mojada nace de muy poca vida. Por eso es que en La guajira el cardón nunca se acaba. Es que la naturaleza a todos nos da poder. Al cardón le dio la fuerza p´a no dejarse vencer. Yo me comparo con él, tengo la misma firmeza”!

Bogotá, noviembre 1 de 2020

*Expresidente del Congreso y Exministro de Estado.

www.amylkaracosta.net

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