En los últimos días la subversión insiste en la comisión de acciones terroristas, diferentes de guerra regular o “humanitaria” en la lucha irregular que adelantan. 

Las Naciones Unidas han definido el terrorismo como “cualquier acto destinado a matar o lesionar cuando su propósito sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una Organización Internacional a realizar una acción o abstenerse de ella”. El acto terrorista generalmente lo comete un grupo reducido de personas que pasa desapercibido entre la población no inmiscuída en el conflicto.

Los medios de comunicación han dado cuenta de incendios de vehículos de transporte público en varios sitios de Colombia cometidos por “tres hombres armados y vestidos de civil”, como sucedió a principios de la semana que termina en el Norte de Antioquia y según lo reseña la página web del municipio de Toledo. La voladura de puentes, los daños a la infraestructura energética, los burros bombas y un largo etc., siempre son registrados como hechos cometidos por dos o tres personas.

Tienen un objetivo claro: aterrorizar a la opinión pública y generar una enorme desconfianza frente al gobierno nacional por su real o supuesta incapacidad operativa para controlar el orden público. A fe que lo van logrando, como lo demuestran estudios de opinión recientemente conocidos. Lo grave es que el terrorismo encuentre parlantes amplificadores en los opositores de nuevo cuño al gobierno de Juan Manuel Santos, dedicados a magnificar la escalada terrorista y a sembrar entre los colombianos la percepción que estamos avasallados por la subversión.

La guerrilla narcoterrorista, y la derecha, para no decir extrema derecha que tanto mortifica, confluyen en el propósito de desacreditar al gobierno y a las Fuerzas Armadas. Los jefes de la Farc ríen a mandíbula batiente celebrando la reacción que logran sus actos terroristas para arrinconar el establecimiento. A cada trino opositor; a cada comentario de los nuevos malquerientes de Santos, la guerrilla responde con un nuevo acto de terror para seguir profundizando “las contradicciones entre la clase dominante”. El nuevo acto terrorista trae más trinos y más críticas contra el gobierno.

Nos equivocamos al  contrariar principios de aceptación universal en la búsqueda del poder: las relaciones internacionales y la lucha contra la delincuencia, deberían ser eficaces para unir las voluntades, para impedir las fisuras del establecimiento que implican el triunfo del terrorismo

Hay personas responsables, con autoridad y excelso sentido de nacionalidad, que invitan a morigerar las pasiones frente a los problemas de orden público: el General (r) Eduardo Herrera Berbel invita a “… la construcción de una mejor Nación es compromiso de todos”, “La búsqueda de la paz no debe dar temor alguno”; “Qué bueno sería retomar la discusión sobre estrategias de cierre del conflicto, sin apasionamientos inútiles y con sentido de Nación”; “Entre rumores y chismes se manejan aseveraciones mentirosas, qué irresponsabilidad”. “Los líderes y los ciudadanos deben mirar los intereses superiores de la Patria”. “En la seguridad el apasionamiento distorsiona realidades; en la guerra entrega victorias anticipadas al enemigo”.

Sus mensajes en las redes sociales son de paz entre los colombianos y de respeto por la institucionalidad.

 

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