Por Gabriel Ortiz.- Tradicionalmente el candidato escogido por el partido Liberal asumía automáticamente la jefatura del partido y desde luego recibía el respaldo unánime de los dirigentes de esa colectividad. Sin aplicar “disciplina para perros”, el escogido decidía, actuaba y ordenaba.

Esta vez, Humberto De la Calle, un hombre idóneo, sin tacha, decente y al que este país le debe, en gran parte, la paz y la convivencia que hoy se respira, fue dejado “colgando de la brocha”. Los miembros de su partido se asustaron con las encuestas. Razonable, porque Colombia se encuentra en el túnel del espanto, al cual se acude últimamente para arañar votos.

Una nación que lleva más de medio siglo en guerra es aprovechada por los politiqueros de siempre para sembrar el sobresalto. Buscan conservar sus privilegios, usurpando gobiernos, mandatos y desde luego lucrarse de la corrupción. Hoy son más importantes la politiquería y sus secuelas, que la paz. Por ello De la Calle, tuvo que dar su brazo a torcer y abandonar la idea de conformar con Fajardo una fuerza política poderosa y limpia, que hubiera podido alcanzar la presidencia en una primera vuelta.

Por fortuna De la Calle es un hombre al que el país quiere y agradece haberlo encausado por las paralelas de la paz. Nuestras estadísticas no muestran, como antes lo hacían para aterrarnos, cuántos hombres de nuestra fuerza pública mueren a diario. Menos, cuántos se salvan diariamente. El termómetro que mide nuestra tranquilidad, no se muestra.

Los logros de la paz que gracias a De la Calle, y desde luego de Santos, se ven con claridad en el incremento del turismo en las cuentas nacionales, en el control al narcotráfico y demás reflejos de la paz. Solo queda la delincuencia común y de cuello blanco.

Se dificulta la situación para De la Calle, el hombre de la paz. No será fácil aglutinar la votación que necesita para alcanzar la Casa de Nariño, pero es posible que durante estos cincuenta y un días que restan para el 27 de mayo, el país sensato valore la trayectoria y voluntad de servicio de quien nos llevó a la paz y se logre así cambiar el rumbo de las cosas para beneficio de la Colombia oculta.

Es obvio que los otros candidatos tienen méritos suficientes para alcanzar la presidencia, pero la polarización, el miedo, el sobresalto, la mentira, las noticias falsas y demás vicios que enseñorean la escena política colombiana impiden que la gente, ese elector primario, pueda tomar libremente una decisión acertada.

El Dios de Colombia nos acompañe y podamos tomar la más recta, democrática y progresista decisión ese último domingo de mayo, para que nuestra patria alcance los grandes días que están por venir, como decía el expresidente López.

BLANCO: El colega Armando Caicedo entregó su nuevo libro, en el que retrata una historia reflexiva de nuestra guerra.

NEGRO: La prensa que es señalada por el expresidente Uribe como “dañina”, sigue amenazada. Esta vez Matador es la víctima.

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