Por Juan Fernando Londoño.-Para que el candidato del verdadero centro consiga pasar a segunda vuelta se necesita que surja la Franja Marrón, la unión de las voluntades de los rojos encabezados por De la Calle y los verdes liderados por Fajardo. Lastimosamente, un acuerdo por arriba parece inviable a estas alturas, pero un movimiento desde abajo resultaría imbatible en la elección de junio.

Superadas las elecciones parlamentarias, el país entra de lleno en la campaña presidencial y las opciones son bastante claras. Dado el carácter de nuestro sistema, la verdadera preocupación de todos los factores de poder en el país es quien será el sucesor de Juan Manuel Santos.

Por un lado está el uribismo, que se siente ya en el gobierno gracias a los resultados de la consulta interpartidista. Si recoge toda la votación de la consulta tendrá asegurado su paso a segunda vuelta y dependiendo del rival que enfrente tendría la mayor opción de llegar a la casa de Nariño. La oferta política de este grupo parece más una vendetta que un programa de gobierno, pues la principal preocupación de su líder, Álvaro Uribe, es tomar revancha de quienes lo separaron de la toma de decisiones los últimos ocho años. Su candidato es una persona capaz, preparada y honesta, pero sólo puede gobernar bajo la tutela de su mentor, pues su margen de maniobra no le permite ni siquiera armar una coalición como la que tuvo el presidente Santos.

Por otra parte está la propuesta vargasllerista que se apoya en la tradición política del país para llegar al Palacio de Nariño. Vargas representa el poder cachaco, la maquinaria política, los intereses de los ricos, el apoyo de los medios, la mermelada y el continuismo gubernamental. En la Colombia normal no tendría forma de perder, porque esos factores de poder son los que han gobernado siempre el país. El problema es que todas esas cosas son las que tienen hastiada a la gente, que manden los de apellidos como si fuésemos una monarquía, que los gobiernos trabajen para los ricos, que permitan a los políticos sacar su tajada. La propuesta de Vargas en la campaña es tratar de que gobierne a la vez el uribismo, pero sin Uribe, y el santismo, pero sin Santos: el Urisantismo.

La tercera oferta la encabeza Petro, quien ha logrado cohesionar las bases de la izquierda, así sus élites estén divididas. Su candidatura representa el hastío y la inconformidad de muchos. Sus propuestas buscan posicionarlo como el candidato que le dará un nuevo revolcón a Colombia. El problema es que en campaña todavía asusta a quienes ocupamos el centro y aseguraría el triunfo de la derecha. En el extraño caso de que llegase a ganar no tendría forma de asegurar las mínimas condiciones de gobernabilidad para tener una presidencia viable. Petro representa tanto la inmadurez de la izquierda para gobernar, como la resistencia de un país que nunca ha dejado a la izquierda gobernar.

Quedan dos opciones de centro para tratar de conducir el país sin vendettas, sin mermelada y sin polarizaciones. Tanto De la Calle como Fajardo representan opciones modernas, reformistas y democráticas. El problema que tienen es que necesitan convencer al electorado de que los apoye para llegar a segunda vuelta, donde tendrían la mejor oportunidad de ganar a cualquiera de las otras opciones en competencia, tanto a quienes representan la derecha (en su versión vendetta o enmermelada) como a quien representa la izquierda del siglo XXI.

Para que el candidato del verdadero centro consiga pasar a segunda vuelta se necesita que surja la Franja Marrón, la unión de las voluntades de los rojos encabezados por De la Calle y los verdes liderados por Fajardo. Lastimosamente, un acuerdo por arriba parece inviable a estas alturas, pero un movimiento desde abajo resultaría imbatible en la elección de junio.

Entre los candidatos de la Franja Marrón creo que De la Calle puede asegurar un mejor gobierno. Mientras Fajardo quiere gobernar sin los políticos, condenándonos a la ingobernabilidad (aunque menos tormentosa que la que promete Petro). De la Calle sabe que para enfrentar los retos del posconflicto hay que sumar esfuerzos y podría construir una coalición en el Congreso para acompañar dicho plan sin necesidad de acudir a la mermelabilidad que tanto daño le hace al país. Fajardo ha demostrado que sabe administrar, pero De la Calle ha mostrado que sabe gobernar.

Esperemos pues que surja la Franja Marrón y que nos permita contar con el presidente que Colombia necesita para dejar atrás las vendettas, la mermelada y la polarización.

*Ex viceministro del Interior

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