Por Jairo Gómez.- Invocar la divina providencia para que proteja el futuro de la paz y garantice el éxito del nuevo partido de las Farc-EP, nadie se lo esperaba. Que un grupo de exguerrilleros comunistas, marxistas-leninistas, ateos ellos, acudan a los designios de Dios, no deja de sorprender.

Se podría decir que las Farc-EP (sigla que no desaparecerá e identificará a la nueva agrupación política) se desmontó de la ortodoxia y del sectarismo, para apostarle a un proyecto que seduzca a los colombianos desde su cotidiano vivir, que le toque el bolsillo y lo conmueva espiritualmente. La paz “ha sido la más grande bendición que nos ha prodigado la providencia”, dijo Márquez, más allá de la estrategia política y el contenido social que le expuso a su militancia.

No podía faltar, por supuesto, evocar al papa Francisco e hizo eco a sus reflexiones en la encíclica Laudato Sí: “El suelo, el agua, las montañas, todo es caricia de Dios”. Sí, brillaron por su ausencia referencias marxistas-leninistas y evocaciones a la lucha de clases. Deliberadamente, no hubo una sola mención a los 100 años de la revolución bolchevique. Tan cerca de Dios, tan lejos de la URSS. ¿Cambio o moderación del discurso? ¿Vemos unas Farc pragmáticas o premeditadamente lejos de moralismos y más proclives al realismo político?  

“Sin dogmas ni sectarismos, lejos de la soberbia (buscaremos) la convergencia nacional (no totalitarismos)”, parece ser la respuesta más adecuada, según dijo Rodrigo Londoño, el otrora jefe guerrillero, en el congreso fundacional del nuevo partido.

Comments powered by CComment