Por Juan Manuel Galán.-La pasada cumbre de la Alianza del Pacífico concentró en Cali no solo a dignatarios públicos sino académicos y empresarios, interesados en este nuevo proceso de integración. Muchos de ellos imaginaban su plan de vida a partir de las oportunidades que pudieran salir de esta alianza, otros llevaban nuevas ilusiones de expansión comercial y algunos también traían frustraciones al conocer a fondo las dificultades del emprendimiento en Colombia.

Estos sentimientos y pensamientos encontrados son un llamado de atención. La nueva Alianza no puede verse meramente como una plataforma de integración entre países, sino como una verdadera oportunidad de asociación que nos permita lograr un desarrollo sostenible en la actual coyuntura que nos impone el posconflicto. Para eso, este tipo de alianzas deben partir de la identificación real de fortalezas y debilidades internas con el fin de que el libre comercio y la integración regional, promuevan un crecimiento sostenido e inclusivo. En esta misma línea es fundamental mantener canales de comunicación abiertos con empresarios líderes de la región que generen oportunidades para las empresas de todos los tamaños, sobre todo, para las Mipymes que representan el 99% de las empresas en Colombia.

Dicho de otra manera y de forma concreta, es necesario que esfuerzos como los de la Alianza del Pacífico se traduzcan, por ejemplo, en el establecimiento de un fondo común para financiar Mipymes o en acuerdos de intercambio de conocimiento y personal dirigidos a mejorar la productividad de estas empresas, o en reducciones a barreras del comercio intraregional (aranceles, trámites). 

Mejor aún, es necesario que, desde el más alto nivel se tomen decisiones dirigidas a apoyar la creación de centros de información y clúster comunes entre países para resolver problemas de coordinación y generar cadenas de valor regionales de Mipymes. De esa manera, se puede incrementar el comercio entre sus miembros y con el mundo.

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