Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Reuters. El Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, el hombre fuerte, pronunció este 14 de septiembre su discurso sobre el estado de la UE ante la Eurocámara en Estrasburgo.

El humor y la emoción son dos rasgos típicos de las alocuciones de Jean-Claude Juncker. Pero en su discurso en esta ocasión, sobre el estado del bloque comunitario, no mostró esa elocuencia.

Un Juncker de aspecto más bien cansado y tono serio señaló que los próximos serán “doce meses decisivos para Europa”, enfatizando que los problemas del Viejo Continente deben recibir respuestas concretas y que sus ciudadanos esperan soluciones a tiempo.

Siguiendo esa premisa, Juncker se apresuró a enumerar los puntos débiles de la Unión -que a su juicio atraviesa una crisis existencial- y a proponer maneras de fortalecer la cohesión del bloque, sin crear la impresión de que la UE busca “aplastar” a las naciones que la integran.

“Europa no puede convertirse en un Estado”, respondió Juncker a las acusaciones de los populistas de derecha. El funcionario luxemburgués había preparado este discurso con mucha antelación y consultado a los socios del bloque sobre sus expectativas.

Cuando arguyó que la UE quería luchar contra la evasión fiscal perpetrada por grandes empresas, fue inevitable escuchar risas en la sala; el escándalo Luxleaks no ha sido olvidado todavía. Juncker también quiere garantizarle a los granjeros un precio justo por la leche que proveen, proteger a los productores de acero europeos del dumping de precios propiciado por China, y reformar los mercados de las telecomunicaciones.

Juncker aseguró que a más tardar en 2020 todos los ciudadanos tendrían acceso gratuito a Internet y que los recursos del fondo de inversiones que lleva su nombre serían duplicados. Pero hasta allí llegaron sus promesas más puntuales. Al referirse a los altos índices de desempleo juvenil en el continente, no pudo sino recordar que las medidas para poner coto a ese fenómeno corren por cuenta de los estados. De cara a esa situación, lo que la Comisión Europea hará es respaldarlos indirectamente intensificando la vigilancia de las fronteras.

El gran número de migrantes que entró a la UE en 2015, huyendo o no de la guerra en el Cercano Oriente, atizó el temor de muchos europeos a una reducción de sus oportunidades de trabajo y, en general, de su calidad de vida. Juncker anunció que 200 nuevos vigilantes mejorarán el desempeño de la agencia Frontex y que también las filas de Europol serán reforzadas. Aunque el funcionario no habló mucho sobre los refugiados, juró tomar en cuenta las inquietudes de la población en esta materia y observó que la solidaridad no puede imponerse.

“La solidaridad debe venir del corazón”, dijo el funcionario, acotando, eso sí, que la respuesta a los retos de la inmigración no es ni la construcción de muros y vallas, ni el nacionalismo exacerbado.

Juncker, hizo hincapié en que la UE no se desmoronaría cuando Gran Bretaña se retire. Al contrario, sin las objeciones de Londres, el camino queda libre. "Juntemos nuestros recursos militares”, propuso. Su recomendación coincide con la que hicieron los Ministros de Defensa de Alemania y Francia.

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