Maracay, 28 de octubre de 2017. Por Felicia Saturno Hartt. Foto: Seguridad Social.-  América Latina y el Caribe enfrentan una coyuntura compleja en la escena política. Burocracia, gobernantes y sistemas corruptos sostenidos en la gobernabilidad del voto democrático, que han debilitado el tejido institucional y social, únicas instancias que pueden revertir el proceso.

En el ámbito económico y social, en que las condiciones para seguir progresando hacia el objetivo de erradicar la pobreza en todas sus formas y asegurar que nadie se quede atrás, están amenazadas.

A los desafíos coyunturales y de naturaleza natural, como los recientes huracanes y terremotos, se suman problemas estructurales, como la baja productividad, los altos niveles de desigualdad, la exclusión social y la falta de cuidado del medio ambiente.

Superar estos desafíos y proteger los derechos económicos, sociales y culturales de toda la población de América Latina y el Caribe requiere que la región debe avance hacia un círculo virtuoso de desarrollo, donde la diversificación productiva, el cambio estructural progresivo y el impulso ambiental sean acompañados por el desarrollo social inclusivo.

En este círculo virtuoso, la creación de trabajo decente (suficientemente remunerado, estable y creador de bienestar) va de la mano con el mantenimiento de niveles de inversión social que garanticen el acceso universal a la educación, la salud, los sistemas de protección social, la vivienda y la infraestructura básica (energía, agua potable y saneamiento).

Pero estos desafíos están sometidos a la arena de la Política, que pasa por el fortalecimiento de las instituciones públicas, que ordenan las estructuras gubernamentales y garantizan los derechos sociales, políticos, económicos y ambientales y el desarrollo de una ciudadanía conocedora, de la dupla derechos/deberes, que exige y se involucra en cambiar la Cultura Política que ratifica la Corrupción y sus mil caras, con su secuela de desamparo, pérdida de recursos e impunidad.  

La corrupción, la impunidad y la cultura política cómplice deteriora la expectativa de futuro de América Latina y el Caribe y la hace más vulnerable ante las inclemencias del Cambio Climático.

Los huracanes y los terremotos han sido eventos reveladores de la condición sociopolítica de los países afectados, no sólo por la capacidad de respuesta inmediata, sino por la calidad de sus infraestructuras, liderazgos y alternativas.

El círculo virtuoso no es imposible, porque es iniciativa, fraternidad, solidaridad, integración y acción transformadora. Es una perspectiva de abordaje de lo social, una energía de construcción equilibrada. Es una esperanza.

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